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Donostia / San Sebastián

Habitantes:  178.229

Extensión:  62 km2

Altitud:  5 m

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Breve Síntesis Histórica:

Ocho siglos de vida:

La ciudad ha cambiado mucho desde que era un poblado de pescadores protegido del viento por el Monte Urgull.

Fue en la segunda mitad del siglo XII cuando el Rey Sancho El Sabio de Navarra otorgó a la Villa su Fuero de Repoblación, denominándola San Sebastián.

La privilegiada posición que ocupaba, con un puerto resguardado, hizo que tuviera un comercio marítimo muy importante, por lo que a lo largo del río Urumea se desarrollaron ferrerías y astilleros para construir barcos. Los donostiarras se dedicaban además a cazar las ballenas que aparecían cerca de las costas.

Debido a las disputas entre países y la cercanía con Francia, la ciudad hubo de fortificarse y el Monte Urgull se convirtió en un castillo artillado para defender el territorio. Por su posición geográfica, San Sebastián sufrió numerosos asedios, sobre todo en los siglos XVII y XVIII.


Renaciendo de las cenizas:

En 1808 San Sebastián fue ocupada por los soldados de Napoleón, que permanecieron en la ciudad hasta 1813. Las tropas anglo-portuguesas mandadas por el Duque de Wellington combatieron contra los franceses apoderándose de la ciudad, que saquearon y quemaron.

Fueron pocas las casas que se salvaron, concretamente algunas de las que se encuentran más cerca del Monte Urgull, en la calle 31 de Agosto, que se llama así para recordar el día en que ocurrieron tan tristes sucesos. Los donostiarras supervivientes, reunidos en un caserío de Zubieta, decidieron reconstruir la ciudad con gran tesón y voluntad. La configuración actual de la Parte Vieja es producto de esa decisión. El centro era la Plaza de la Constitución, donde se levantó el Ayuntamiento.


El derribo de las murallas

En 1845 llegó a San Sebastián, por primera vez, la Reina Isabel II, que tenía una enfermedad de la piel y a la que sus médicos recomendaron los baños de mar. Su presencia generó que la Corte y la aristocracia se desplazaran en verano a la ciudad, que fue creciendo poco a poco.

Las murallas que la rodeaban perdieron el cometido para el que fueron construidas. Donostia necesitaba expandirse y en 1863 comenzó el derribo de las murallas. De los diferentes proyectos que se presentaron para la ampliación de la ciudad fue elegido el del arquitecto Antonio Cortázar. Fueron años de trabajo duro, ya que todo eran marismas y dunas, y además hacía falta encauzar el río Urumea y tender puentes para unir sus dos orillas. El crecimiento abarcó sucesivamente los barrios de San Martín, Gros y Ategorrieta.


La Belle Époque:

Fruto de ese ímpetu, San Sebastián fue pionera en la instalación del tranvía, el alumbrado eléctrico en las calles y el teléfono, entre otros adelantos. La ciudad atraía a visitantes de todo el mundo, principalmente en los primeros años del siglo XX, coincidiendo con la Gran Guerra Europea y con los llamados "felices años 20".

Su desarrollo demográfico fue acelerado: pasó de tener 20.823 habitantes en 1880 a 65.930 en 1925.

Por aquellos años se construyeron muchos de los bellos edificios que se pueden contemplar en el centro de la ciudad, como el Hotel María Cristina, el Teatro Victoria Eugenia o el propio Ayuntamiento, que al principio fue destinado a Casino, hasta que se trasladó allí el consistorio en 1947.


La ciudad moderna:

A partir de la guerra civil se incrementó la industrialización, por lo que creció la población y se construyeron más casas. Fueron años de desarrollo un tanto incontrolado para dar respuesta a las demandas de vivienda, lo que produjo algunas actuaciones urbanísticas desafortunadas.

Donostia-San Sebastián continúa evolucionando y por eso se aprobó en 1996 el Plan General de Ordenación Urbana, cuya función es diseñar una ciudad moderna para los umbrales del siglo XXI.

Ejemplos de las nuevas realizaciones son la Playa de la Zurriola, el Centro Kursaal, la rehabilitación de la Parte Vieja, el impulso a la vivienda en Amara-Osinaga, Riberas de Loiola, Intxaurrondo, Venta Berri y Aiete, y la creación de parques tecnológicos y empresariales y de amplias zonas deportivas.


Hacia el III Milenio:

Donostia afronta el III Milenio dotándose de una estrategia propia con la que actuar en el marco de la conurbación Bayona-San Sebastián y buscando respuestas a los problemas que debe resolver una ciudad que quiere ser socialmente avanzada. Por ejemplo, garantizar empleo y vivienda protegida para los jóvenes en un medio ambiente sostenible.

San Sebastián es ya conocida por su paisaje natural, su gastronomía, su comercio y sus festivales de cine, música clásica y jazz. Con los nuevos proyectos en marcha, va a dar además el salto para convertirse en un atractivo centro de negocios y de congresos y para aumentar su ya amplia oferta turística y cultural mediante nuevos museos.

Ilusión y capacidad de esfuerzo nunca les ha faltado a los donostiarras y están ante otra ocasión de demostrarlo.

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